Solo las políticas específicamente centradas en la población rural eliminarán la pobreza en los países en desarrollo, concluye un nuevo informe
No alcanza con el crecimiento económico para salvar a las personas
expuestas diariamente a la amenaza de la inanición. Si los gobiernos quieren
eliminar la pobreza, necesitan adaptar las políticas e inversiones a fin de que
tengan un efecto transformador en las zonas rurales de los países en
desarrollo, según un nuevo estudio mundial publicado por el Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
El Informe
sobre el desarrollo rural 2016, publicación emblemática del FIDA, es un
llamamiento directo a los responsables de la formulación de políticas y a los
profesionales del desarrollo a ganar la batalla mundial contra la pobreza. Para
su elaboración se convocó a pensadores de renombre con el fin de que analizaran
las experiencias en el ámbito del desarrollo rural en más
de 60 países en desarrollo. Esta importante labor de investigación
proporciona unos sólidos fundamentos a los cuales líderes e instituciones
podrán recurrir para apoyar las decisiones que tomen en materia de políticas e
inversiones.
“El Informe
sobre el desarrollo rural marca un cambio de perspectiva”, expresó el
Presidente del FIDA, Kanayo F. Nwanze, previamente a la presentación del
informe en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación
Internacional de la República Italiana hoy en Roma. “Sitúa al sector rural
dentro del contexto más amplio del desarrollo de un país. El informe pone de
relieve la necesidad de adoptar un enfoque mucho más exhaustivo y holístico de
la economía a fin de garantizar la prosperidad de millones de personas del
mundo rural. Refuerza asimismo el punto de vista del FIDA, consolidado a lo
largo de 40 años de experiencia, de que invertir en el desarrollo agrícola
y rural significa invertir en la economía en su conjunto”.
Según el
informe, hacer hincapié en el desarrollo rural y agrícola resulta decisivo ya
que los ingresos de 2 500 millones de personas de todo el mundo
todavía dependen directamente de pequeñas explotaciones rurales que producen el
80 por ciento de los alimentos consumidos en Asia y África Subsahariana.
El contexto
en el que se publica es un mundo caracterizado por los cambios rápidos, una
demanda creciente de alimentos, el aumento del movimiento migratorio hacia las
ciudades y los efectos del cambio climático y la degradación del medio
ambiente. El informe ofrece una reflexión sobre los distintos desafíos y
legados históricos presentes a nivel regional y específicos de cada país, y
sobre cómo ciertos factores como el empleo, las poblaciones jóvenes, los
derechos sobre la tierra, el acceso a la financiación, la igualdad de género y
la protección social pueden influir en el éxito de las intervenciones.
Como punto de
referencia los investigadores establecieron cuatro escenarios de desarrollo
económico rural en función de la velocidad de la transformación económica y la
capacidad de inclusión de la misma, así como de los objetivos de desarrollo
rural de dichos procesos. Este análisis sistemático y riguroso del sector rural
permite comprender mejor qué inversiones y qué reformas políticas son
fundamentales y deben priorizarse a fin de que se beneficien las personas de
las zonas rurales y la sociedad en general.
“Queríamos
examinar los cambios en la vida cotidiana de las personas, no solamente
observándolos como hechos aislados e individuales, sino como parte de los
procesos de desarrollo económico de sus países y del sector rural”, explicó
Paul Winters, Director de la División de Investigación y Evaluación del
Impacto, IFAD. “Nos centramos en averiguar sistemáticamente si el crecimiento
económico trajo aparejada una reducción de la pobreza y en qué casos un aumento
de la productividad del sector rural vino acompañada de la creación de puestos
de trabajo y oportunidades capaces de generar mayores ingresos para la
población rural.”
En el
informe se examina concretamente el impacto de la transformación estructural
(la reasignación de la actividad económica desde el sector de la agricultura
hacia los sectores manufacturero y de servicios) y la transformación rural (la
diversificación de los ingresos y el aumento de la productividad agrícola) en
la reducción de la pobreza.
“La
transformación rural no ocurre de manera automática. Es una elección”, afirma
Nwanze. “Las decisiones que toman los gobiernos y los profesionales del
desarrollo tienen repercusiones enormes sobre la vida de la gente y las
naciones”.
La
conclusión a la que llega el informe es que se necesita que las políticas sean
inclusivas e incorporen plenamente a las personas pobres de las zonas rurales,
a menudo marginadas, en la actividad económica en su conjunto para lograr así
un desarrollo rural que sea sostenible desde el punto de vista social,
económico y ambiental. Es la única manera de alcanzar los objetivos de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible y erradicar el hambre y la pobreza extrema.
“Las
conclusiones de este informe son un llamado de atención para cualquier persona
que se solidariza con la apremiante situación que padecen los niños, las
mujeres y los hombres más pobres de nuestro planeta”, expresó Nwanze. “Todas
las personas, gobiernos y organizaciones comprometidos con la batalla contra la
pobreza deberían leerlo y tomar medidas para poner en práctica sus
conclusiones”.
https://www.ifad.org/documents/30600024/30604583/RDR_WEB.pdf/c734d0c4-fbb1-4507-9b4b-6c432c6f38c3
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