Cultivos antiguos para un futuro sostenible

Flickr - Karen Chappell
Las propiedades de las legumbres son conocidas desde hace siglos. En su Rerum Rusticarum(37 a.c), el antiguo erudito romano, Marco Terencio Varrón, recomendaba plantarlas en suelos pobres, ya que estos no requieren muchos nutrientes. Según advertía Varrón, estas leguminosas no sólo ofrecen resultados inmediatos en forma de granos, sino suelos enriquecidos para cultivos subsiguientes.
Sin embargo, los granos son más viejos que el Imperio Romano. Estos cultivos están indisolublemente unidos a las primeras civilizaciones desarrolladas en el Creciente Fértil durante el Neolítico, así como a los orígenes de la agricultura.
Gracias a un aumento de la temperatura durante aquella era, así como a la abundancia de agua de la región y otros recursos naturales, grupos de cazadores-recolectores nómadas aprenden a cultivar cosechas y domesticar animales, convirtiéndose en los primeros agricultores que se establecieron en la historia. Entonces la agricultura definitivamente había comenzado.
A partir de entonces, los agricultores empiezan a cultivar legumbres y cereales, y también inician la cría de ganado, tales como ovejas, cabras y vacas. Entre las primeras grandes cosechas de leguminosas cultivadas en esta región están las habas, los garbanzos, guisantes y lentejas. Los frijoles y el caupí son cultivados en América Latina y África, respectivamente.  
Como alimento básico, las legumbres jugaron un papel crucial en las dietas antiguas. Comparados con otros cultivos, estos eran fáciles de almacenar gracias a su larga vida en contenedores -recordemos que la refrigeración no existía- demostrando así ser aliadas clave contra el hambre.
Las legumbres, tal como las conocemos hoy en día, evolucionaron a través de la selección genética de los agricultores. Esto se puede confirmar en el hecho de que las legumbres domesticadas presentan características que no pueden encontrarse en las variedades silvestres, como por ejemplo: cáscara más delgada; mayor tamaño de la semilla; falta de diseminación (es decir, rotura de la vaina) y mecanismos de latencia (es decir, la inhibición de la germinación) y determinado hábito de crecimiento (como por ejemplo, el que las semillas germinan todas juntas).
Las legumbres han sido uno de los principales impulsores de la civilización. La vida tal como la conocemos hoy en día no sería posible sin estas pequeñas pero poderosas aliadas.
Sin embargo, el papel de las legumbres está lejos de terminar. Éstas no sólo contribuyen a la seguridad alimentaria y la salud, por su alto valor nutritivo, sino además por su capacidad de incrementar la biodiversidad y ofrecer una importante contribución a la adaptación al cambio climático y su mitigación. A pesar de que han existido durante siglos, los cultivos de leguminosas jugarán un papel fundamental en nuestro futuro sostenible.
References: A. M. De Ron (ed.), Grain Legumes, Handbook of Plant Breeding 10, Springer Science+Business Media, New York 2015
http://www.fao.org/pulses-2016/news/news-detail/es/c/431518/

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