La conferencia de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) dedicada a las ciudades, Hábitat III, explorará las posibilidades
de la agricultura urbana como solución para garantizar la seguridad
alimentaria. Pero en Nueva York, resultó tener un impacto mucho mayor.
En las ciudades de todo el mundo se registran
niveles históricos de desigualdad. Aun en Nueva York, corazón del mundo rico,
muchos sectores no tienen garantizada su seguridad alimentaria.
En la conferencia Hábitat III, que se realizará del
17 al 20 de octubre en Quito, será la primera vez en 20 años que la comunidad
internacional se reúne a analizar las consecuencias de la urbanización y a
pensar en una nueva estrategia global, la Nueva Agenda Urbana.
En Nueva York, el precio de los alimentos aumentó
59 por ciento desde 2000, a diferencia del salario promedio de los trabajadores
adultos, que solo se incrementó 17 por ciento.
Alrededor de 42 por ciento de los hogares no tienen
ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación, vivienda,
vestimenta, transporte y salud, pero superan el monto necesario para recibir
asistencia estatal.
En 2015, se creó el plan OneNYC, vinculado a los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que se propone sacar a unas
800.000 personas de la pobreza en una década.
“OneNYC tiene grandes expectativas y se esfuerzan
mucho por atender la igualdad en el sistema de alimentación y en la gestión de
los desperdicios, asegurándose que cada vez más ciudadanos tengan acceso a
alimentos saludables y buenos”, explicó Michael Hurwitz, director del mercado
verde de GrowNYC y quien trabaja en OneNYC, al ser consultado por IPS.
“En una ciudad como Nueva York, la agricultura
urbana puede desempeñar varios papeles además de alimentar a su población,
desde educación hasta ofrecer espacios seguros y ayudar a compensar el
presupuesto destinado a la alimentación”, detalló Hurwitz.
La agricultura urbana desempeña un papel
significativo en la alimentación de la población citadina en todo el mundo. La
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
señala que 800 millones de personas cultivan verduras y frutas o crían animales
en las ciudades, produciendo lo que, según el Instituto Worldwatch, representa
la asombrosa proporción de entre 15 y 20 por ciento de la producción mundial de
alimentos.
Eso ocurre en lugares del mundo donde la
agricultura urbana o periurbana representa entre 50 y 75 por ciento del consumo
de verduras de la ciudad.
En África, se estima que alrededor de 40 por ciento
de las poblaciones urbanas se dedican a la agricultura. Los pobladores que
viven en las ciudades desde hace tiempo o los que se instalaron hace poco
plantan porque tienen hambre, saben cómo cultivar, además de que el valor de la
tierra es bajo y los fertilizantes, baratos.
Pero en Estados Unidos, la agricultura urbana
probablemente tenga un mayor impacto sobre la seguridad alimentaria en lugares
que, en cierta forma, son más parecidos al Sur global, es decir en ciudades o
vecindarios donde el ingreso promedio es bajo y hay una gran necesidad de
contar con alimentos asequibles.
Hurwitz observó el poder transformador de la
agricultura cuando fue trabajador social en Redhook, en Brooklyn, un barrio
donde los ingresos de 40 por ciento de los hogares eran inferiores a 10.000
dólares al año. En ese lugar, trabajó en una huerta comunitaria con
adolescentes de entre 16 y 17 años en un programa dependiente del sistema de
justicia. Los jóvenes llevaban la cosecha a su hogar o la vendían en mercados,
restaurantes locales y otros comercios.
“Nuestros jóvenes se volvieron agentes de cambio en
sus comunidades. Nadie quería trabajar con muchos de los adolescentes con los
que trabajamos, pero cuando se convirtieron en la principal fuente de alimentos
saludables en su barrio en el mercado de productos orgánicos, sus pares y los
adultos se dieron cuenta de que eran quienes en realidad estaban generando un
cambio en la comunidad”, explicó.
El sistema se amplió a través de GrowNYC, una
organización no gubernamental que trabaja desde la oficina del alcalde de Nueva
York, Bill de Blasio.
La organización trabaja con 6.000 muchachos al año
y ofrece materiales para que el personal docente trabaje con ellos en el aula.
Su programa Grow to Learn (cultiva para aprender) está a cargo de todas las
huertas escolares de esta ciudad. Además, lleva adelante un proyecto de
minipréstamos y ofrece asistencia técnica y capacitación a los maestros sobre
el cuidado de las huertas.
En el Bronx Sur, el más pobre de los 435 distritos
congresuales de Estados Unidos en 2010, viven 52.000 neoyorkinos con ingresos
muy bajos, 42 por ciento de los cuales por debajo de la línea de pobreza, y se
lo conoce como “desierto alimentario”.
Cuando GrowNYC fue por primera vez allí, un policía
les advirtió: “No querrán entrar, no es seguro”, recordó Hurwitz. “Pero en dos
meses, un rincón difícil se convirtió en una esquina grandiosa, de maravillosa
actividad porque había jóvenes vendiendo alimentos a sus vecinos”.
Desde hace años, el programa “Learn it, Grow it,
Eat it” (Aprende, cultiva y come), de GrowNYC, trabaja con escuelas en el Bronx
Sur, ayudando a formar líderes ambientales, explicó. La iniciativa se encarga
de uno de los puestos agrícolas de jóvenes de la organización, capacitándolos
en administración y agricultura para que puedan gestionar sus propios puestos
de verduras.
“Hemos visto muchachos comenzar en nuestro mercado
para jóvenes y pasar a ser administradores del programa”, relató Hurwitz.
En Nueva York no se trata solo de producir una
cantidad estandarizada de alimentos para las comunidades necesitadas, sino de
reflejar la diversidad cultural.
“Tenemos agricultores en nuestro programa que
cultivan productos por unos 150.000 dólares por 1,5 acre (alrededor de 0,6
hectáreas) en Staten Island”, la isla frente a Manhattan, indicó Hurwitz. Los
mexicanos plantan cultivos tradicionales para alimentar a su comunidad, que
sino no tendría acceso a los alimentos a los que están acostumbrados.
Aparecieron los grandes operadores de invernaderos
y se pusieron de moda. Pero el cultivo de una variedad limitad de verduras de
gran calidad no bastará para alimentar a las poblaciones urbanas. “Preferiría
que se volcaran dos millones de dólares a la preservación de las plantaciones
rurales con el fin de alimentar a las ciudades”, apuntó.
“De esa forma se podrán llevar los alimentos a las
ciudades, garantizar que todo el mundo acceda a ellos y asegurar que las
granjas sigan siendo viables”, explicó Hurwitz.
Los pronósticos indican que la población de las
ciudades se duplicará en los próximos 30 años, según el Atlas de Expansión
Urbana.
“La seguridad alimentaria es uno de los grandes
temas que concentrarán la atención de los participantes en la conferencia
Hábitat III, en relación con la urbanización”, subrayó Juan Close, director de
ONU Hábitat.
Fonte:http://www.agronegocios.pe/internacionales/item/7039-el-futuro-de-las-ciudades-depende-de-la-agricultura-urbana
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